Nací en Santiago, el 29 de septiembre de 1951. Tengo un hijo y dos hijas: Sebastián, de 29 años; Francisca, de 24 y Sofía, de 15. Soy médico y tengo estudios de post grado en Ciencias Militares. Además del español e inglés, domino con fluidez el alemán, francés y portugués.Mi madre, Ángela Jeria, es arqueóloga. Mi padre, Alberto Bachelet, llegó a General de Brigada en la Fuerza Aérea de Chile.
Realicé la enseñanza básica en Quintero, Cerro Moreno, Antofagasta y San Bernardo, siguiendo las destinaciones de mi padre que nos llevaron también a Estados Unidos, donde viví los años 1962 y 1963.La mayor parte de la enseñanza media la cursé en el Liceo Nº 1 Javiera Carrera, de Santiago, donde participé en el coro, en la selección de voleibol y en un grupo de teatro que integraban también estudiantes del Instituto Nacional y del cual se originó el Grupo Aleph. Fui delegada y presidenta de curso y junto a algunas compañeras formamos el grupo musical "Las Clap Clap" con el que fuimos a varios festivales de colegios.
En 1970 inicié la carrera de medicina en la Universidad de Chile, opción que adopté como una forma concreta de ayudar a paliar el dolor y de contribuir a mejorar la salud en Chile, luego de acompañar a una persona a la Posta Central. Descarté así las alternativas, que también me entusiasmaban, de estudiar Sociología o Economía.Además de asumir cargos como dirigente estudiantil, durante el Gobierno de la Unidad Popular me incorporé a la Juventud Socialista, liderada entonces por el joven médico, luego diputado y posteriormente detenido desaparecido, Carlos Lorca.
El 11 de septiembre de 1973 me trasladé temprano a la Escuela de Medicina, en Av. Independencia, desde cuyo techo observé el bombardeo a La Moneda que pondría fin al régimen democrático durante más de 16 años.Considerando su experiencia organizativa en la Fach, en 1972 el Presidente Allende había solicitado a mi padre que se hiciera cargo de la Oficina de Distribución de Alimentos, función que ejercía cuando se produjo el golpe. El mismo día fue detenido y recluido en la Academia de Guerra Aérea, bajo la acusación de "traición a la patria". Posteriormente fue trasladado a la Cárcel Pública, donde el 12 de marzo de 1974 y a consecuencia de las torturas padecidas en prisión, mi padre tuvo un infarto cardíaco que le provocó la muerte.A pesar de las dramáticas circunstancia que vivía el país y mi familia, proseguí mis estudios y en actividades vinculadas con la mantención del Partido Socialista y la ayuda a personas perseguidas. Hasta que a mediodía del 10 de enero de 1975 dos agentes de la DINA se presentaron en el departamento donde vivía con mi madre y nos trasladaron con los ojos vendados a un lugar indeterminado que resultó ser la Villa Grimaldi, el principal centro de torturas de dicho organismo.
En la Villa Grimaldi nos separaron y sometieron a nuevos interrogatorios y apremios físicos. A mi madre la llevaron a "la torre" y a mí me ubicaron en una pieza con camarotes, junto a otras ocho presas. Días después me trasladaron, junto a mi madre, al centro de detenidos de Cuatro Álamos, donde permanecimos hasta fines de enero.Una vez en libertad viajamos a Australia -donde vivía mi único hermano desde 1969-, en carácter de exiliadas. Después nos trasladamos a la República Democrática Alemana. Allí estudié alemán, en Leipzig, para luego proseguir medicina en la Humboldt Universität, de Berlín.En Alemania me casé con el arquitecto chileno Jorge Dávalos, padre de mis dos hijos mayores: Sebastián, que nació en 1978 en Leipzig, y Francisca, que nació en Santiago en 1984.Regresé a Chile en 1979, retomando mis estudios de medicina en la U. de Chile.
En 1982 me recibí de Médico Cirujano y postulé al sistema público para ir de médico general de zona a algún lugar del país donde hubiera mayor necesidad de atención. La solicitud me fue denegada "por razones políticas".En cambio, por desempeño, calificaciones y las publicaciones efectuadas, me gané la beca Colegio Médico de Chile que me permitió los siguientes cuatro años especializarme en pediatría y salud pública en el Hospital Roberto del Río.En esa época me integré a diversas actividades políticas por la democracia y me hice cargo del área médica de la Ong PIDEE (Protección a la infancia dañada por los estados de emergencia), dando apoyo profesional a hijos de detenidos y de víctimas del régimen militar en Santiago y Chillán.
Con la restauración de la democracia, en 1990, se abrieron enormes desafíos para levantar el maltrecho sistema de salud del país. Me incorporé al Servicio de Salud Metropolitano Occidente como epidemióloga y luego a la Comisión Nacional del Sida. Simultáneamente fui consultora de la Organización Panamericana de la Salud, de la Organización Mundial de la Salud y de la Agencia de Cooperación Técnica alemana (GTZ). En este período nace mi hija menor, Sofía Henríquez.Desde 1994 fui asesora del Ministerio de Salud en temas de Atención Primaria y en gestión de Servicios de Salud.A mediados de la década pasada yo sentía que habíamos avanzado en la consolidación de la democracia. Pero también observaba que persistían dificultades para la plena normalización de las relaciones entre el mundo civil y el militar. En parte y desde mi particular experiencia familiar, lo atribuía a que en las visiones de mi mundo político no se le daba la importancia que requería a una política de defensa y sus correlaciones institucionales, políticas y culturales.
Esa reflexión me impulsó a realizar un curso sobre estrategia militar en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE), en el que logré el primer lugar de la promoción. Por este resultado se me otorgó la Beca de Honor Presidente de la República para realizar el curso de Defensa Continental en el Colegio Interamericano de Defensa, en Washington DC, durante 1997, junto a 35 militares y algunos civiles de todas las Américas. Esa especialización me permitió incorporarme a mi regreso como asesora del Ministro de Defensa .En el Congreso del PS de 1995 fui elegida para su Comité Central. En las elecciones municipales de 1996 fui candidata a concejal por Las Condes. En 1998 fui reelegida en el Comité Central e integrada a la Comisión Política, responsabilidad que ejercí hasta el 11 de marzo del 2000.
Durante las primarias de 1999, fui encargada electoral de la campaña de Ricardo Lagos en la Región Metropolitana y en su campaña presidencial trabajé como encargada territorial de la zona norponiente de Santiago.Al asumir el Presidente Lagos el 2000, me designó como su Ministra de Salud. Tenía que dirigir un Ministerio del que dependían directamente más de 70 mil funcionarios y una red de servicios que llega a todos los rincones del país, además de supervisar directa o indirectamente los servicios autónomos de salud municipales y la extensa área que cubren Isapres y clínicas privadas.
En los primeros días del año 2002 el Presidente Lagos procedió a una importante modificación de su gabinete y el 7 de enero debí asumir como Ministra de Defensa Nacional, la primera mujer en ese cargo en la historia de Chile y de América Latina, y con escasos precedentes en el resto del mundo.Fue una experiencia tremendamente estimulante, tanto en lo profesional como en sus alcances personales. No obstante la inédita decisión, las jerarquías institucionales de las FF.AA. y de Orden colaboraron de inmediato al ejercicio de la autoridad política de que fui investida. Con ellas continué impulsando los planes de modernización en que estaban empeñadas, incluyendo relevantes decisiones estratégicas en materia de equipamiento y el pre-proyecto de modernización del Ministerio de Defensa.
Ejercí el cargo hasta el 1º de octubre del 2004, cuando el Presidente Lagos estimó conveniente liberarme de las responsabilidades ministeriales para que me dedicara de lleno a una candidatura presidencial reclamada masivamente desde la ciudadanía y respaldada en alentadoras encuestas de opinión.Salí del Ministerio de Defensa y me dediqué de lleno a la campaña municipal, acompañando a los candidatos a alcaldes y concejales de toda la Concertación a lo largo y ancho del país. Después de la elección, fui proclamada candidata a la Presidencia de la República por los partidos PPD y Socialista, desafío que asumí especialmente para responder a las expectativas de tantas personas que me apoyan.
Soy una chilena ni más ni menos que millones de ustedes. Trabajo, llevo mi casa, y dejo a mi hija en el colegio. Pero además, soy una chilena con una vocación de lucha y de servicio público. Y con una trayectoria política que me ha llevado, sin yo imaginarlo ni pedirlo, a un trance histórico que no eludí: postular a la Presidencia de la República y convertirme en la primera mujer Presidenta de Chile.
Fuente: Portal del Gobierno de Chile
Ejercí el cargo hasta el 1º de octubre del 2004, cuando el Presidente Lagos estimó conveniente liberarme de las responsabilidades ministeriales para que me dedicara de lleno a una candidatura presidencial reclamada masivamente desde la ciudadanía y respaldada en alentadoras encuestas de opinión.Salí del Ministerio de Defensa y me dediqué de lleno a la campaña municipal, acompañando a los candidatos a alcaldes y concejales de toda la Concertación a lo largo y ancho del país. Después de la elección, fui proclamada candidata a la Presidencia de la República por los partidos PPD y Socialista, desafío que asumí especialmente para responder a las expectativas de tantas personas que me apoyan.
Soy una chilena ni más ni menos que millones de ustedes. Trabajo, llevo mi casa, y dejo a mi hija en el colegio. Pero además, soy una chilena con una vocación de lucha y de servicio público. Y con una trayectoria política que me ha llevado, sin yo imaginarlo ni pedirlo, a un trance histórico que no eludí: postular a la Presidencia de la República y convertirme en la primera mujer Presidenta de Chile.
Fuente: Portal del Gobierno de Chile